Opiniones. Arte. Cultura
Cuando estaba en el servicio militar y teníamos dinero, nos dirigíamos al bar de la unidad y alli siempre vendían agua con azúcar, a veces le soñabamos una naranja o limón p'a matarle el sabor a azucar prieta. Recuerdo que bajamos bastante de peso, lo único que había gordo por todo aquello era la gata de la dueña del bar, llamaba incluso la atención por estar tan cebadita. Siempre que la veía me acordaba de que algunos coterraneos habían comido gato y tanta fue la insistencia de mi estomago que decidí marcar el fin de sus días. Me puse de acuerdo con algunos hambrientos amigos y preparamos el plan, lo triste fue que nunca conseguí que me prestaran los calderos p'a meter el ajiaco. Tristemente tuve que continuar soportando la mirada del robusto animal mientras por las noches lo soñaba en mi plato.
Aqui un video del plano en el que han quedado los homeless en comparacion con algunos animalitos.
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