Cuando hablamos de traidores de inmediato vienen pensamientos que nos traen a memoria aquellos que una vez lucharon codo a codo muchas batallas, pero un día vendieron su honor por alcanzar un ideal personal y dejaron nuestra suerte expuesta. Pensamos en aquellos que usaron la sonrisa y la mano como mascara y carnada. Aquellos que al ocultarse el sol tejían redes y trampas sin conciliar el sueño y volvían a tendernos las manos manchadas de culpa hasta ese momento donde se cerraran más profundamente nuestros ojos. Pensamos en aquellos que no dudaron en clavar su puñal bien hondo a nuestras espaldas, mientras ingenuamente colocábamos nuestros ojos al enemigo enfrente estando doblemente acechados... en todo esto pensamos.
Pero no pensamos en que fue nuestra apresurada confianza quien nos entregó en las manos del bien encubierto enemigo, no pensamos que debimos observar sus manos tras la espalda, debimos seguir sus huellas mientras se retiraba antes de comprometer nuestro mas intimo pensamiento. No pensamos que las experiencias pasadas y de otros nos hablaron de ellos. No pensamos que debimos cerrar nuestras bocas, abrir los ojos y fingir, si, fingir que le creíamos. Hoy no fuéramos cadáver de haber reconocido a aquel traidor que hubo en nosotros.
Saturday, June 5, 2010
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