Dios nos creo a su imagen y semejanza. En ocasiones no podemos entender a Dios, cuales motivos divinos se esconden detrás de acontecimientos inesperados o sucesos catastróficos, o del por que prospera alguien tan malvado, o por que recibimos tan poco cuando entregamos tanto. Somos similares a Dios en que a veces tampoco podemos entender a otros, a nosotros y entre nosotros mismos. El conocido físico Pascal dijo que el corazón tiene razones que no siempre la razón entiende. El pensamiento crea una conexión abstracta con todo lo físico que nos rodea, a raíz de este tipo de contacto es que nacen esas situaciones en las cuales nos vemos envueltos y cuya frase describe perfectamente.
Un análisis que podría proporcionarnos algunas respuestas en un radio limitado seria descifrar el dilema existente entre el deseo, el capricho y la conveniencia y/o necesidad, debido a que a veces deseamos cosas que no nos convienen, o nos convienen cosas que no deseamos. Cuando es un capricho aquello que deseamos o cuando es simplemente un deseo maduro cuya raíz nuestra razón no logra descifrar?
No siempre un deseo sin razones de por qué es un capricho. Pero es cierto que las emociones también traicionan y nos involucran en problemas que más adelante lamentamos, por tales motivos nuestra razón debe cuestionar nuestros sentimientos, pero también nuestro sentimiento debe dejar algunas preguntas sin responder, de lo contrario o sentiríamos fríamente o pensaríamos como tal. Un error fatal seria dar un paso en la vida permitiendo que uno de ellos tome el control total, de ahí nacen nuestras peores decisiones, aquellas que en su inicio o final lamentamos para toda la vida. Dios nos creo apasionados pero esa pasión puede convertirse en un fuego descontrolado, la razón ayuda a que el fuego no sea un incendio, ayuda a que se desate en el momento adecuado, un fuego gentil y no devorador para que no nos haga ver mal. El capricho proviene de la inmadurez del individuo que siente la necesidad de poseer algo que vislumbra muy valuable para aliviar lo que en su trasfondo podría interpretarse como cierto complejo de inferioridad. Por el motivo anterior podría llegarse a la conclusión de que aquellos individuos que sufren de complejo de inferioridad generalmente sienten la necesidad de satisfacer caprichos... y viceversa.
En mi opinión podemos descifrar muchas veces el por qué de nuestros sentimientos. La razón debe de dialogar con el corazón, en ese dialogar responderá muchas de esas preguntas que constantemente nos hacemos y colocara las palabras que más de cerca lo describen. La línea que separa aquello que deseamos de aquello que nos conviene es bien frágil pues a veces tendremos que hacer renuncias para evitar fracasos mayores. Al corazón no le gusta sentir ese dolor pero la razón le dice que le conviene, que hacer? La razón piensa pero no siente, el corazón siente pero no piensa. La razón puede pronosticar cuándo complacer un deseo presente puede atraernos a un dolor intenso en el futuro. La razón es estratégica, el corazón es egoísta. El corazón tiene los ojos hacia adentro, la razón tiene sus ojos hacia el futuro. Pero también la razón no conoce de cuanto poder tiene el corazón, de cuanto puede cambiar y lograr. El corazón es idealista, y aunque es idealista poderoso la razón le dice que su poder con el tiempo se agota y solo quedan esas cenizas que la razón lograra a duras penas hacer arder. Pero la razón es fría, no conoce cuanto o como se siente. El dialogo puede durar días, meses, años... no importa cuánto siempre que estemos a la escucha.
Sunday, June 13, 2010
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