Saturday, August 30, 2014

Prima Anita sobrevive viaje a Cuba

Aun recuerdo cuando conocí a "La primi", en aquellos tiempos la palabra Aduana que hoy me suena a película de Sábado era algo que estaba tan a millas de distancia de mi vocabulario como la geografía que nos separaba. Lo que no puedo recordar fue el ultimo chat .CU intermitente  donde entablamos conversación ni por parte de que ni cuando nos dimos de cuenta que eramos primos. Fue algo así como esas decisiones escolares durante la merienda.

La primi se me había adelantado a conocer un poco mas de aeropuertos que yo y cuando me llego la "negra" mal llamada carta blanca o permiso de salida sabíamos que se haría un poco mas real la posibilidad de conocernos personalmente un día. A la fecha de este escrito ya la misión imposible se ha hecho real muchas veces y seguimos siendo tan primos como el primer día de chat.

"La primi" como le digo cariñosamente viajó a Cuba recientemente, me cuenta el episodio vivido como cuando hablábamos en mi barrio del ultimo capitulo de Ulises 31 y revivo la hazaña casi recordando la novela a color a través de mi tv panda cuando nos toco por el CDR, esta vez a través del teléfono y miles de millas de distancia. Se trata de una supervivencia literal porque no hay opciones cuando se viaja al pasado, todo se encuentra como lo dejaste.

Se sobrevive emocionalmente el encuentro y se sobrevive biológicamente al agua de alcantarillado, la comida alterada en los centros comerciales y el tristemente celebre pan de bodega con toda suerte de ausencia de higiene en su elaboración pero viene primero el capitulo del avión, donde se llena la planilla sagrada. Luego el terror general e incurable al pasar por la aduana sin saber si por razones desconocidas te van a impedir entrar o salir, ni si podrás entregar a tu familia todo lo que compraste para ellos. Luego vienen los ridículos aranceles por los  equipos electrónicos por los que ya pagaste sobrepeso en el avión y hay que volver a pagar porque supongo que hay un cargo por beneficiar de mas a tu familia o sobrecargar la Isla de electrónicos y ropa. Las miradas ambiguas de amenaza y sutil jineterismo de los oficiales de la aduana pa' ver si se te escapa un fula por la izquierda y el lenguaje del soborno silencioso y las cámaras permisivas.


Hoy mi primi me trae a memoria la odisea de su recién viaje y me cuenta una anécdota que no me deja tranquilo. Esta vez no se trata de los frijoles de David Copperfield que no aparecen, sino del titulo de oro de su mejor amiga, graduada de arquitectura con honores. Sin embargo, después de 5 años de estudio a trasnoche en algún instituto universitario en ruinas, de derramar cada neurona sobre las paginas de libros sin actualizar, noches acaloradas en los tristes albergues de estudio todavía andan buscando como colocar el sello de oro en su titulo. Pero otra vez no hay presupuesto en la Isla. Las fotos de graduación tomadas por el sangreado fotógrafo no hacen honor a su sacrificio. Pero no faltan los lujos en punto cero, ni en la Isla privada del comandante aunque el pobre salario de su amiga no sobrepasa como era de esperar los $15 dolares mensuales.

 Mi primi llego llorando y de nuevo con nudo en la garganta, desesperada por respirar de nuevo el aire acondicionado, olvidar la escasez mas que de comida de libertad y poder de nuevo acceder a la tecnología, lejos de aquella maquina del tiempo maquiavelica que insiste en repetir los días y los tiempos.

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