Cazadores cazados

De mis tiempos de estudiante recuerdo de la asignatura Español-Literatura el cuento "Cazadores cazados". Trata de un padre de familia que va de cacería con sus dos hijos, el mayor bien fornido y experimentado en la caza, el mas pequeño algo debilucho, novato en el arte de la cacería de jabalíes. Mientras se adentran en el bosque y se posicionan encima de los arboles en espera de la presa ven una fiera que acecha en búsqueda de algún jabalí. El mas pequeño en un intento de derribarla cae del árbol e inmediatamente es atacado por jabalíes salvajes que lo devoran enfurecidos, la fiera se abalanza despavorida a cazar su presa en ese instante y mientras el niño es despedazado por los jabalíes el padre y su hijo descienden del árbol en su intento de eliminar toda amenaza para la vida del niño. Después de varios minutos de sangrienta matanza logran eliminar a la fiera y a los jabalíes pero el cuerpo del niño yace en tierra tembloroso y mientras el padre lo sostiene en sus brazos el niño pregunta que si va a sobrevivir, el padre contesta que si pero no puede evitar mirar como la mitad de su cuerpo había sido repartida entre las fieras. Mientras el padre contempla a su hijo partir el hermano mayor solo contaba a los jabalíes muertos.

Después de aquel día comencé a preguntarme si podrían existir individuos que mostraran tal indiferencia ante el dolor o necesidad del ajeno o incluso de su propia familia. No recuerdo al autor de dicho cuento, pero a pesar de ser tan perturbadora su lectura fuera inconsecuente negar su vigencia en medio de las relaciones humanas. Todavía experimento la perturbación de su final y casi que vivo la amarga experiencia de ver a quienes cuentan jabalíes mientras su hermano muere.

Algunos a veces hacemos actos caritativos, eliminamos las fieras de otros pero realmente no nos importan sus víctimas, solo pretendemos hacer comercio de las nuestras. En ocasiones para levantar un altar a nuestra bondad, para ser aceptados o por un deber inducido en nuestra educación o religiosidad pero no por la genuina raíz de compasión que a todo acto de bondad debe anteceder.