Un gángster y vago consuetudinario llamado Fidel Castro ataca un cuartel el 26 de julio de 1953, puso pies en polvorosa sin realmente haber combatido personalmente en el asalto al Moncada y regresó protegiéndose debajo de la sotana de Monseñor Pérez Serantes, Arzobispo de Santiago de Cuba. Cumplió varios meses de cárcel comiendo espaguetis en salsa verde y fumando tabacos "H. Upmann". Una amnistía y... para la calle.
En México se vistieron de verde olivo, se montaron en un barco y desembarcaron en nuestro país. En realidad fue un naufragio. Fidel y Raúl, asustados, corrieron despavoridos y se subieron a lo más alto de una montaña donde los soldados apenas se acercaban. Crearon un mito. Un fraude garrafal.
No fue una guerra sino un montón de pequeñas escaramuzas. Casi se puede decir que fue un largo picnic. Más que una lucha contra el régimen, fue un concurso de simpatías. Me encantaría que todos los cubanos leyeran el libro del Comandante Nino Díaz para que conozcan la cobardía de los hermanos Castro durante esa contienda.
Amedrentaron y mataron a campesinos indefensos de la Sierra Maestra. Y en La Habana, bajo la dirección de los fidelistas Gustavo Machín y Raúl Díaz Argüelles, asesinaron a policías desprevenidos. Uno de estos dos asesinos murió en Angola y el otro en Bolivia junto al Che. Por esas cosas raras de la vida ¡los dos dejaron viuda a la misma mujer! Estos malhechores pusieron bombas hasta en los cines. Se alegraron de la muerte de los principales líderes antigubernamentales (Frank País, José Antonio Echeverría, Menelao Mora) porque no se les subordinaban o porque les hacían sombra.
El 31 de diciembre de 1958 Batista se montó en un avión y se fue; abandonó el territorio nacional. Se fue, "no lo fueron". No hubo victoria, y si hubo un triunfo fue de todos, de todos los grupos opositores. El "Directorio", la "Organización Auténtica", la "Triple A" de Aureliano Sánchez Arango, combatieron grandemente, y sus miembros se jugaron la vida un millón de veces más.
Castro no salió disparado para La Habana, sino que maquiavélicamente ordenó un paro general en toda la nación para que nada ni nadie pudiera moverse en toda la Isla y después partió en una larga, tediosa y mañosa caravana. El kilométrico desfile duró varios días por toda la carretera Central. Miles de oportunistas se unían a la parada y cuando llegó a la Capital ya era una fuerza enorme capaz de tomar el poder y de eliminar a la "competencia".
Inmediatamente comenzó una labor de zapa encaminada a adueñarse de la nación cubana. Se inició un baño de sangre para aterrorizar al país. No solo mató y encarceló a los derrotados batistianos, sino a todos los que simplemente discreparan. Incautaron y se fueron a vivir en las mejores mansiones abandonadas por los representantes del batistato. Se robaron los mejores carros. Congelaron todas las cuentas bancarias del país.
La primera guardia pretoriana alrededor de los Castro fueron unos bestiales campesinos de la Sierra. Intervinieron todos los negocios, acabaron con la propiedad privada, engañaron a los guajiros prometiéndoles una Reforma Agraria donde los Castro terminaron siendo los únicos latifundistas de la nación; prometieron una Reforma Urbana y Castro terminó como dueño de todas las casas del país.
Prometieron unas elecciones libres en dos años. En su lugar, el 28 de septiembre de 1960, crearon los Comités de Chivatos en cada cuadra para que una familia castrista pudiera vigilar todos los movimientos de sus propios vecinos y delatar cualquier actividad que consideraran "antirrevolucionaria". Enviaron a miles y miles de cubanos a inhumanas cárceles. Ensangrentaron al país y millares de compatriotas, los mejores de la nación, cayeron ante el paredón de fusilamiento gritando "¡Viva Cristo Rey!".
Crearon un bestial cuerpo de represión y terror copiado de la Stasi alemana. Obligaron y empujaron a cerca de un millón de cubanos a abandonar el país convirtiéndolos en desterrados. De pronto (y todavía yo no sé por qué) se acabó la comida, las medicinas, las frutas, la ropa. Expulsaron de los Institutos y Universidades a los estudiantes que no comulgaran con la recién estrenada dictadura. A la cañona no permitieron que Pedro Luis Boitel asumiera la presidencia de la F.E.U.
Persiguieron implacablemente a los homosexuales y los mandaban para campos de concentración y a los enfermos de S.I.D.A. los separaron del resto de la población como si hubieran sido leprosos del siglo antepasado. A los sacerdotes los montaron en el barco Covadonga rumbo al destierro y a las monjas las subieron a la fuerza a guaguas rumbo al Aeropuerto. Les gritaban "prostitutas" y las escupían. Las turbas entraron a las Iglesias desbaratando todo lo que encontraban a su paso.
Intervinieron en los asuntos internos de otros países enviando guerrillas y promoviendo la inestabilidad de casi todos los países de América Latina. Se inmiscuyeron en algunos países de África también apoyando regímenes dictatoriales. Provocaron el rompimiento de relaciones con los Estados Unidos. Y para coronar su monstruosa obra, se convirtieron en testaferros de los soviéticos.
Destruyeron totalmente la economía de un país enormemente próspero. Acabaron con la prensa libre, marginaron a los escritores que no aceptaban a la tiranía y prohibieron la lectura de sus obras, controlaron los libros de texto en las escuelas y borraron la heroica historia cubana lanzando una brutal campaña de adoctrinamiento en todos los planteles educacionales. La capital de la Isla (ayer preciosa) la convirtieron en una ciudad llena de casas sin pintura, sin luces, sin electricidad, sin agua, de edificios apuntalados y derrumbados, de basura en las calles, mosquitos, perros famélicos, jineteras, niños adoctrinados y cubanos tirándose al mar en balsas.
Y a cambio ¿que obtuvieron?: Adueñarse de una nación. Sí, un grupo de esbirros (Fidel, Raúl, Ramiro, Colomé y comparsa de genocidas) gracias a unos meses de estancia en la Sierra Maestra y la ayuda de miles de cubanos, hoy son los propietarios de una Isla y viven mejor que todos los reyes y los príncipes puestos juntos.