El Pintorcito

Cada vez que alguien me dice que yo tengo manos de pintor lo miro de reojo y le digo -Msshh, estás hablando de las mías? y suelto una carcajada. Si, porque no es lo mismo un pintor nacido en Francia en la época del renacimiento que uno nacido en Cuba en el sigo 20. Y ahí empiezo con la historia, usualmente piensan que están por escuchar una biografía llena de estrellitas de colores.

Comienzo por la época donde tuve que salir a introducirme furtivamente en los platanales para poder comer y que gracias a tanto plátano verde sin aceite pude no solamente conocer la amplia gama de verdes existentes sino también el infinito número de galaxias, a las cuales visitaba después de cada proceso fisiológico sin necesidad de nave espacial ... (Por ese tiempo le puse a mi baño "Cabo Cañaveral" por hacer función de zona de despegue)... y así fue como obtuve las primeras inspiraciones para mis cuadros, los cuales iniciaba rodeado de 5 moscas inquietas y los concluía con un promedio de 50 que habían pasado de inquietas a enamoradas. También así fue como aprendí a contar y pintar al mismo tiempo. Actualmente todavía profundizo en mis meditaciones buscándole sentido a esa lección.

También menciono mi bicicleta china, del día que a mi papá se la robaron en el justo momento que volteo su cabeza, solo tuvo tiempo de pestañear una sola vez y no vio jamás ni a la china ni a la bicicleta, de modo que me toco armar una de pedazos que me regalaron. Fue tan ardua la tarea que todavía pinto pedazos de bicicleta en mis cuadros y ademas logre independizar un ojo de otro adquiriendo la habilidad de mirar con cada ojo en direcciones opuestas para que no me fueran a robar la nueva bicicleta (Actualmente me entreno para lograr lo mismo con las manos y así pintar dos cuadros al mismo tiempo).

El día que fui a matricularme para la escuela de arte e íbamos a hacer las pruebas de dibujo para ese año, se le ocurrió al conductor del ómnibus quedarse dormido y por poco llego al Hospital municipal en lugar de a la Academia de arte. De más esta decir que cuando arribe a mi destino ya no había segunda oportunidad ese año. Para el próximo la situación en Cuba se agravó tanto que ya no era posible contar con la transportación a la Academia, la cual carecía (también hasta hoy) de un servicio de hospedaje para sus alumnos. Fue así que me vi obligado a a ejercer el arte de manera autodidacta.

En Cuba no hay manera de subsistir del arte sin contar con el mercado extranjero y geográficamente me encontraba distanciado de ese sector y por eso tuve que desempeñarme como cualquier cubano de a pie para poder comer. Fui desde barretero en una Fábrica de cemento hasta albañil, cortador de caña, vendedor de dulces, custodio de un negocio, traficante de correos electrónicos, mensajero de películas y lo último que me falto experimentar lo viví aquí, electricista por todo un año. Cuando termino de narrar a los confundidos el tremendo Guernica que tengo como biografía, les digo -Ahora vuelve a mirar las manos... también fui proctólogo!.