Los errores vienen sin direccion y sin nombre, vienen cual gigantes voraces de pasos certeros. Solo al final lo comprendemos. Muchas veces jugamos a retarlos. Lanzan sus flechas como si alguien hubiera delatado adonde apuntar. Lanzan una, dos, tres, el dolor no dice cuando termina ni cuanto mas tocara soportar. Solo al final comprendemos cuan diestros son. Ningún combate es un juego, eso sabíamos desde el principio... pero solo al final lo comprendemos.
Sunday, January 10, 2010
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