Apenas tres días hace de mi regreso de mi mas reciente viaje a Cuba. Trate de ir confrontando en el lapso de los días transcurridos algunas memorias, cuestionamientos y observaciones. Sabia que en mi regreso algo debería de plasmar porque este conflicto que traigo en el día a día en la piel de un inmigrante no se sacia en un solo sorbo ni pienso que en los muchos por venir tampoco. Lo curioso es que en las ultimas horas de mi estancia en mi pais una ola de reflexiones estilo tsunami entro en mi mente cuando me encontraba acorralado entre la aduana de Cuba y los sabuesos de inmigración.
Custodiado por las miradas y cámaras (esquizofrenicas mas que temblorosas) del aeropuerto José Marti en la habana pude denotar como el acto de mendigar se limita a senas leves y protocolos ridículos intentando esconderse para perpetuar la imagen de mártires y que nada se mueva de su lugar en la congelada y aneja dictadura. En el salón de espera el baño despide el hedor de aquellos que desafiaron las contaminadas aguas y pasaron mas de quince días intentando en un exceso de humildad igualarse a todos pese a los severos arranques de una digestión que ya no funcionaba igual.
Los flachazos inesperados te hacen preguntarte por que es obligatorio permanecer otra larga temporada en un lugar donde por momentos sientes que no perteneces, pero no es por simple capricho que siempre que el "no hay" o "no puedes" se interpone sientes que por fuerza mayor estas condenado a ser un inmigrante porque es una condena vivir oprimido y escaso a voluntad de viles verdugos en el lugar donde naciste. Entonces concluyes con dolor que el lugar adonde naciste tampoco te pertenece... pertenece a otros.
En mi paso por la Cuba nuestra (secuestrada por otros) me toco hacer algunas pequeñas gestiones. Estas experiencias únicas me tele-transportan y por el precio de un ticket de avión siento que viajo al pasado, justo a esos momentos que no pude leer por no tener punto de comparación años atrás. Cada dirigente de organismo adopta la identidad de un dictador en menor rango. Es como si el virus del poder se desplegara por misteriosas vías hacia todo aquel individuo que representa una organización dentro de la Isla. Violando abierta y arbitrariamente los derechos del pueblo, maltratando despiadadamente estos mini-dioses se erigen como copias de su máximo representante. En un pueblo donde todos quieren vivir "tranquilos" (en sus propias palabras) somos tratados a patadas como perros por migajas y caricias y levantamos el machete contra nuestro vecino por el recodo de una casa. Y tristemente luego vamos "a votar por el mejor" que ni conocemos para seguir comiendo mas de lo mismo después de mas de 52 anos de lo mismo. Me jode mucho decirlo y mas decirlo cuando no estoy presente, y mas que cuando lo estaba (al igual que hoy) ni a internet tenia derecho.
Las nuevas luces viejas que ya fueron como el chocolatin, las ollas reinas, la revolución energética, y los derechos de viajar "libremente" se prenden para alimentar fantasmas adormitados en sus cárceles, mientras en las calles de la Cuba nuestra los rumores de que otras luces se apagaran se despliega y nos recuerdan que los derechos mas elementales del hombre no surgieron para tener dueño, ni ser mendigados, ni repartidos arbitrariamente, ni entregados en minúsculas porciones por dictadores que serán absueltos por la historia como los mas longevos y fieles a su cruel devoción.
Wednesday, October 31, 2012
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