Le ronca el mango

Todavía no me he atrevido a derramar unas palabras en torno al concierto de Juanes. Es demasiado tarde diría yo para pronunciar algo novedoso cuando el tema ha sido tan trillado. No se por que siento que debo decir lo que pienso a pesar de todo. No dudo que con el volumen de información que Juanes ha recibido con respecto a tan controversial concierto no le haya puesto bien al día de todo lo que han sufrido los cubanos bajo el peso de la dictadura. Tampoco dudo de que sepa bien quienes son Amaury y Silvio, que idea crueles y despiadadas han apoyado y seguirán apoyando mientras dure el dueño de la finca que los cobija. Lo que siento que Juanes quiere hacer a estas alturas es darse el gusto de complacer un capricho, cosa que los ricachones suelen hacer a menudo, a su vez nuestra naturaleza humana siente mas ansias por el reto cuanto mas difícil resulta la presea. No creo que claudique. Es duro aceptar la realidad también de que quien no conoce la pobreza no se compadece de igual manera por el hambriento. Los ricos solo miran hacia arriba y cuando miran hacia abajo es para derramar unas monedas a aquellos que esperan sentirse sublimes con los elogios de los primeros. Su idea de traerle al pueblo de Cuba un poco de alegría en medio de tanta dificultad se hace ambigua al colocar "La paz" como titulo de su concierto y codearse con las hienas de la "revolución". Es obvio que desea mantenerse ajeno a los cuestionamientos de origen político que hacen de su capricho un desmerito y de vez en cuando también creo que algunos remordimientos agudizan su oído porque son muchos, muchos quienes le gritan la verdad que no quiere oír. La nube de Juanes lo tiene elevado a un sitio donde no importan otros, solo importa su camisa negra, mientras que desde abajo se ve claramente que no es la camisa, sino las orejas.